Lisboa vive este jueves en estado de conmoción tras el gravísimo accidente ocurrido ayer en el Elevador da Glória, uno de los funiculares más conocidos de la capital portuguesa. El siniestro, registrado la tarde del miércoles en plena bajada por la Calçada da Glória, se saldó con 17 fallecidos y una veintena de heridos, algunos de ellos graves. Entre las víctimas mortales se encuentra el guardafrenos del vehículo, que trató sin éxito de contener la embestida.
El funicular descendió sin control hasta chocar violentamente contra un edificio cercano a la plaza de los Restauradores.
Según los primeros indicios, investigados por la Fiscalía portuguesa, la causa pudo ser la rotura del cable de tracción. Un elemento que une a los dos vehículos que forman el sistema.
Mantenimiento externalizado desde 2022
Aunque la compañía Carris, gestora del transporte público lisboeta, asegura que el mantenimiento se encontraba al día, representantes sindicales denuncian que ya se habían reportado problemas con la tensión del cable en los últimos meses.
Al igual que muchas muchas redes de transporte europeas, el mantenimiento de este funicular lo realiza una empresa privada.
La externalización se produjo en agosto de 2022, cuando Carris encargó el servicio de mantenimiento de los cuatro funiculares históricos de la ciudad (Glória, Bica, Lavra y Santa Justa) a la empresa española MAIN Ingeniería.
Como suele suceder cuando se externaliza, los trabajadores llevan tiempo quejándose de que el mantenimiento es insuficiente.
Aunque Carris asegura que el mantenimiento estaba al día, la realidad ha vuelto a dar la razón a quienes vaticinaban de lo que podía pasar.
Lamentablemente, no es un caso aislado.
Un funicular histórico convertido en símbolo turístico
El Elevador da Glória fue inaugurado en 1885 como medio para salvar el fuerte desnivel entre la Baixa pombalina y el Barrio Alto.
La línea, de 265 metros de longitud y con pendientes que alcanzan el 18%, contaba hasta ayer con dos coches con interior de madera con capacidad para unas 40 personas. Como en todo funicular, están unidos mediante un cable y siempre están en el extremo opuesto del recorrido para que el peso del que baja ayude a subir al otro.
Aunque los vehículos no son los originales de 1885, son centenarios. Fueron fabricados a principios del Siglo XX en Alemania por Maschinenfabrik Esslingen durante la electrificación del Elevador.
Debido a su utilidad y a su gran valor patrimonial, se ha convertido en uno de los transportes más emblemáticos de Lisboa. En sus orígenes fue un medio de movilidad cotidiano para los lisboetas, pero hoy su función es principalmente turística.
Cada año lo utilizan en torno a tres millones de pasajeros, atraídos por el encanto de viajar en un transporte centenario que se ha consolidado como uno de los símbolos más fotografiados de la ciudad, junto con los tranvías amarillos.
Impacto en la ciudad y suspensión del resto de elevadores
El Ayuntamiento de Lisboa decretó de inmediato la suspensión preventiva de los otros tres funiculares históricos (Bica, Lavra y Graça), así como tres días de luto oficial. Luto que se ha extendido a todo Portugal.
El otro coche del Elevador da Glória (el número 2), ubicado en la parte baja en el momento de la rotura del cable, se vio desplazado unos metros y, aunque no descarriló.
Los heridos fueron trasladados a varios hospitales de la capital, entre ellos Santa María, San José y San Francisco Javier, además de centros sanitarios del área metropolitana. Durante la madrugada fallecieron dos de los ingresados en estado crítico, lo que elevó a 17 el número de víctimas mortales.
La catástrofe no solo ha golpeado a familias portuguesas y extranjeras, también hiere la memoria histórica de la ciudad.
El Elevador da Glória no era únicamente un medio de transporte: era un patrimonio vivo, superviviente de otra época que había resistido modernizaciones y se mantenía en servicio como testimonio del progreso técnico de finales del XIX.
Ahora, Lisboa no solo llora a sus víctimas, sino que se enfrenta al desafío de garantizar la seguridad futura de unos transportes que, aunque históricos, deben funcionar bajo los más estrictos estándares de fiabilidad.
Y tendrá que valorar el futuro del Elevador da Glória que podría pasar por la construcción de una réplica del coche accidentado o reemplazarlo por uno moderno.